Soy la cantante del sol naciente
Que metió nanas en botellas
y las tiró al mar impredecible
para llegarte a la isla en que te ahogabas.
Soy el pincel que pintó de amarillo los quinientos diez mil millones
de kilómetros cuadrados de superficie terrestre
y los usó para alear tu cuerpo con el mío.
Soy el poeta que atrapa
las palabras que nos decimos,
Incluso si no las pronunciamos,
ya sabes:
la primera vez no es un ordinal sino un estado de ánimo,
que quizás seas mi propio origen,
y que antes de saber que te amaba ya te amaba.
Soy la narradora de Murúa Niño,
que unas veces es tú y otras yo,
a veces los dos incluso
y tiene un millón de dudas,
y una única certeza.
Y si decidí ser músico,
fue para hacer prácticas de salto al vacío
y para hacerte saltar detrás
porque no hay sueños para el cobarde.
-de eso sabes, porque en otros abismos ya habías estado
antes y primero.-
Aunque parezca confuso
en esa extravagante multiplicidad
está mi yo que más me gusta
y coincide preciso con el que más amas,
y conquista tu sorpresa.
Es que si lo piensas, la sorpresa es aire
¡Cómo el aire podría renunciar a ser aire!
¡a mantenerte con vida!
a salvar la mía…
Y tú…
tú estás detrás de todo,
de ese yo que me gusta,
de la inconstancia volátil…
Tú, que eres causa y consecuencia.