Res, del latín cosa
La reificación es un concepto en la teoría marxista que tiene que ver con un tipo de alienación del hombre como consecuencia del sistema capitalista. De las peores. Algo así como una cosificación.
En literatura se ha utilizado como recurso estético, y por reificar se entiende el otorgar a los objetos cualidades humanas, así como elevar a las personas a la categoría de objetos.
El caso es que un tipo llamado Goldmann realizó un cierto paralelismo entre los sistemas económicos de la sociedad occidental a lo largo del tiempo y las tendencias literarias que surgieron al hilo de las mismas.
Goldmann reflexiona a lo largo de tres períodos:
– Hasta el S.XX, en los tiempos de la economía liberal. En este período, el individuo mantiene aún su función esencial, activa y consciente en la vida económica. Los objetos son importantes, pero sólo en relación al hombre. La literatura trata de la historia del individuo problemático. Desde Cervantes hasta Stendhal y Flaubert.
– A principios del siglo XX y hasta la IIGM. El capitalismo entra en su etapa imperialista y tiene como consecuencia la supresión de toda importancia del individuo, así como de la vida individual en el interior de las estructuras económicas. A este período corresponde la desaparición progresiva del individuo como realidad esencial, y la paralela independización creciente de objetos. A este plano corresponderían las obras en las que hay disolución del personaje (Camus, Joyce, Kafka, Sartre…).
– A partir de la IIGM se desarrolla una intervención estatal en la economía, con una creación de mecanismos de autorregulación. Esta regulación se lleva a cabo de forma implícita, extraña a la conciencia de los individuos. Se trata de los mercados, de la ley de la oferta y la demanda. Las cualidades nuevas son las de valor, cambio y precio. Los individuos, para adaptarse al mercado y a sus reglas, y sostener y desarrollar el mecanismo, sufren una conversión en homo economicus, aceptando y asumiendo estas nuevas cualidades. Para el homo economicus, los otros hombres se convierten en objetos semejantes a los demás. Un conjunto de elementos de la vida psíquica desaparecen de las conciencias individuales y se da un desarrollo progresivo de la pasividad y la eliminación del elemento cualitativo en toda relación, tanto entre los hombres como con la naturaleza. En este período se da en literatura la aparición de un universo autónomo de objetos, como en Robbe Grillet.
Normalmente, cuando escribo algo, primero digo lo que quiero decir, y por último pienso un título. Hoy no, hoy tenía el título más o menos claro y comencé titulando. Y tuve la tentación de comenzar en un tono jocoso, acerca del mérito del lector que se atreviera a continuar leyendo a pesar de semejante título, que parece estar diciendo «ojo, sólo para sesudos» o bien «ojo, sólo para pedantes». Pero no hay nada de jocoso en la teoría de Goldmann. De hecho, al margen de la página del libro donde se encuentra esta teoría escribí «esto es terrible». Y no es terrible por las consecuencias que pueda tener en la literatura el modelo económico, es terrible por las consecuencias que tiene en el hombre. Y es terrible el tomar conciencia del momento en el que nos encontramos como hombres. Que si bien toda realidad es compleja, y la estremecedora aseveración de Goldmann puede estar llena de matices, excepciones, etc, etc… sí que es cierto que en esta mentalidad nuestra de homo economicus. En nuestra sociedad, las personas somos o no valiosas o bien por lo que tenemos, o bien por los beneficios económicos que somos capaces de generar. Pero no por lo que somos. A secas. Hombres. Con una propia dignidad por el mero hecho de serlo. Y los objetos, y los bienes naturales son o no valiosos por su precio. Pero tampoco somos ya capaces de darles un valor per se.
La sociedad del homo economicus ya no sabe ver la dignidad intrínseca de hombre, animal o cosa. No puede hacerlo si tiene que vivir bajo las leyes del mercado. Pero espero que si éste un día se resquebraja, se vuelvan a expandir los niveles de conciencia y afectividad, desarrollemos unos modelos más naturales y justos, y caiga la venda. Y ya, el cómo refleje la literatura eso que hoy por hoy es utopía, el tiempo lo dirá.
Eh, que yo lo he leído. Aunque ya en la primera frase me di cuenta de mi ignorancia, porque a mi lo de reificar me sonaba a convertir en rey… qué equivocada estaba.
Me cuesta creer, por mucho que lo diga Goldman que debe ser un tipo supersesudo, que toda la literatura que se escribiera en cada época tuviera un mismo patrón. Quizá lo tenía la literatura que trascendió a las generaciones posteriores y ahí ya hay una acción de elección de las clases dominantes. Ahora mismo, en esta época, está nuestra miniliteratura a la que nadie hace caso y que no trascenderá a las generaciones posteriores (salvo las consanguíneas) y que no tiene nada que ver con muchos otros tipos de literatura que se escribe en nuestra misma época y alguno de ellos será el que se transmita mayoritariamente al futuro. ¿Y quién elige qué tipo de lecturas se leen? ¿son de verdad los lectores?
¿Ves? Eso te pasa por ponerte profunda. Me alegro de leerte por aquí, te pongas como te pongas. Un beso.
Eh, tú lo has leído porque eres sesuda y porque le has puesto voluntad (porque cuidado que lo he puesto difícil). Bueno, en realidad yo creo que Goldmann no quería hacer una comparación de toda la literatura, y encajarla toda en un mismo patrón, porque eso es imposible (sea de la época que sea, pero menos que nunca en el último siglo y medio). Yo creo que lo que analiza al hilo de los cambios en la economía es tan sólo el la evolución en el uso de la reificación como recurso estético en literatura (lo que no significa que se emplee en toda la literatura).
Por cierto, yo tuve que mirar en el diccionario lo de la reificación cuando lo leí… y por eso , como he dado por hecho que no sería la única en quedarme un poco intimidada con la palabrilla, empecé por explicarla….
Un beso.
En referencia al relato leído, una vez más se fortalece mi concepto acerca del ser Humano y la Sociedad.
Me explico:
Para el Sistema Social Actual, sea de tendencia Capitalista, o Comunista, la meta principal es el beneficio de un reducido grupo denominado “Grupo de Poder”
Los apetitos desmedidos, la tremenda concupiscencia de estos grupos, trastornan a las sociedades de todas las naciones, estableciendo una nueva jerarquía, un nuevo orden de cosas, en donde los Intereses Personal, están por encima de los Intereses Colectivos.
Según los Capitalistas, la riqueza pertenece a los dueños del capital, quienes son un reducido grupo que lo trabaja y disfruta.
Según los comunistas, la riqueza pertenece a todos, aunque realmente lo disfrute un reducido grupo.
La verdad es que, la riqueza no tiene dueño, las personas somos simples administradores de los diversos recursos que nos brinda este bello planeta llamado Tierra.
La verdad es que, la estirpe humana nació para edificar, para ser feliz, para usufructuar de lo que este planeta nos provee, para disfrutar de una vida de calidad, sin embargo, nuestra confusión mental, nuestra conciencia entenebrecida, nuestro desorden de ideas, nuestra pobre voluntad genera y acumula durante muchos siglos de historia universal todo esta desorganización.
¿Podremos recuperar los verdaderos principios?
La respuesta es “SI”, hay que pagar el precio, y el precio es: “Cambiar nuestra incipiente manera de pensar”; “Transformar nuestra concepción que tenemos de la Vida y del Sistema Social”; “Regresar a los verdaderos principios”.
Buen Día y Gracias.
Volver a adueñarnos de los medios de producción. Que el trabajo venga asignado en base a la propia capacidad y el fruto de eso, distribuido según las propias necesidades. Como en un kibbutz. Y… ¿usar el arte para educar al pueblo? ¡Uy! O el arte se nutrirá del humus de lo que vayamos dejándonos atrás. Tal vez en sinergía con nuestra respiración.
Creo que Goldmann como antes Lukács y hasta Gramsci (en una lectura exquisitamente política) se «limitan» más que nada a ponernos frente a hechos y las corrientes artísticas (hoy como otrora) registran estas transformaciones, sin saber que forman parte de una determinada corriente, si excluimos los «ismos» (frutos de manifiestos, por ende con contenidos críticos muy precisos).
La historia (también la del arte, y del pensamiento) se reconstruye a través de los ojos de los grupos de poder. Sabemos de los esclavos de Roma, lo que los Césares pensaban de ellos. Lo que no significa que no hayan tenido un visión personal del universo. La cultura dominante, per forza o per amore, nos condiciona. Incluso hoy, con la del consumo. Nos guste o no. La aceptemos o no. Porque la sociedad es un círculo y nosotros decidimos donde acomodarnos dentro de ese círculo pero no podemos prescindir de él. No olvidemos al enfant sauvage de Rousseau (al orígen de Tarzán y compañía) un niño que crece de verdad aislado del mundo, de verdad en la jungla… sin referentes a los que adaptarse o contradecir, sin modelos que imitar… no era capaz ni de andar erguido. Si la mini literatura que cita Ariadna, superase en acólitos la de Dan Brown la «tiranía» del grupo dominante se habría actuado de cualquier manera. Hay que elegir siempre, desde nuestra percepción del mundo y las cosas que, por cuanto tratemos de abrir, será siempre limitada y parcial.
Perdona Pat que me haya extendido de manera tan indecente. He tratado de ser lo menos caótico posible pero ya lo soy de natura y tus post ponen cuestiones que, si no las evitas… me llevan a esto.
Efectivamente, la sociedad es un círculo en el que vivimos, sin el cual prescindir, que nos influye y en el que, en mayor o menor medida, también influimos. A veces nos limitamos a estar dentro, a dar como válida una cultura, unos valores, una forma de vida, un sistema económico, y ni siquiera nos preguntamos en qué consisten, ni qué nos parecen. El juicio crítico, y la autocrítica apenas existen. Sin embargo, una toma de conciencia permite enjuiciar comportamientos y actitudes que adoptamos, de forma individual o colectiva, llevados por la inercia. Ese limitarse a ponernos delante hechos a veces es muy revelador, porque a veces ponen de relieve aspectos que por esa inercia, por ese estar condicionados por una sociedad y una cultura, son pasados por alto. Y la toma de conciencia acerca de cualquier cosa es el primer paso para después elaborar cada uno su propio juicio, y tomar decisiones conscientes, y ejercer la libertad. A pesar de los condicionantes sociales (y lo que éstos conllevan, un sistema moral, de valores, económicos, culturales), existe un margen muy amplio para la libertad dentro de esta sociedad, cuyo funcionamiento y valores no son inamovibles, sino que evolucionan, y esa evolución depende de sus integrantes. Criticamos la sociedad del consumo, pero no nos cuestionamos nuestra actitud como consumidores, hablamos de los mercados como unos monstruos insaciables a los que hay que rendir tributo y pleitesía para evitar su furia de consecuencias apocalípticas, pero ¿quiénes forman los mercados, y quién les otorga el poder?
No sabes cuánto agradezco tus reflexiones, y todas esas intuiciones que aparecen de forma caótica, me resulta familiar 🙂 . Me pesa, eso sí, que estos pequeños rectángulos de respuesta frenen los análisis, las reflexiones y las argumentaciones, no les hacen justicia. Parecen invitar a la síntesis, cuanto estos temas son más bien objeto de análisis. Muchas gracias por compartir tu caos.