Casi nunca como melocotones. Porque me encantan. Precisamente porque me encantan. Pero ahora tienen forma de melocotón, piel de melocotón, tacto de melocotón, color de melocotón, sabor a nada. Nada. Como fuera de temporada. Como sacrificados en nevera. Como el tomate en invierno.
Nunca compro tomates en invierno. Porque me encantan.
Es una pena, ya queda tan poca fruta con sabor a fruta. Hemos perdido la noción de temporada, porque siempre hay de todo, aunque no sepa a nada.
Suerte tienes si los tomates de verano te saben a tomates. En la Comunidad de Madrid ya no sé qué organismo está haciendo una investigación sobre las semillas de tomates autóctonos madrileños para conseguir sacarles todas las bondades que han perdido, fundamentalmente el sabor. Pero por ahora, y según lo que a mi me venden en el mercado, no han tenido mucho éxito. El caso es que ahora se me ocurriría ponerme metafórica y pensar en si cuando vivimos también debemos aspirar a la fruta, fruta o irnos conformando con los sucedáneos, pero casi mejor lo voy a dejar: tomates y punto. Bs.