Ayer fui al cine. Cuando empezó la película, y aquel anciano, el último mortal en un mundo de inmortales, mantiene con un periodista el siguiente diálogo:
Nemo Nobody aged 118: I’ve got nothing to say to you. I’m Mr. Nobody, a man who doesn’t exist.
Young journalist: Do you remember what the world was like before quasi-immortality? What was it like when humans were mortals?
Nemo Nobody aged 118: There were cars that polluded. We smoked cigarettes. We ate meat. We did everything we can’t do in this dump and it was wonderful! Most of the time nothing happened… like a French movie.
Young journalist: And, um, sexually? Before sex became obsolete.
Nemo Nobody aged 118: Ha ha, we screwed! Everybody was always screwing. We fell in love… we fell in love.
Nos enamorábamos. Nos enamorábamos… Cuando escuché este diálogo no pude evitar llenarme de melancolía, y recordé también lo que sentí escribiendo aquel último hombre solo.
El caso es que para mí la película no es ciencia ficción, en realidad. Ni tampoco creo que su finalidad fuera hablar de las millones de posibilidades que ofrece una vida, de lo distinta que puede llegar a ser en función de las decisiones que se toman en ella, y en función también de un millón de otra serie de variables impredecibles- dios, también en esa cinta el batir de alas de una mariposa en Pekin y sus consecuencias- .
Bien, voy a resumir un poco la historia, un tanto complicada, para ver si consigo hacerme entender. El hecho es que el protagonista debe, siendo un niño, elegir entre quedarse con su padre o con su madre cuando éstos se divorcian. Y de esa decisión se desprenden otras muchas, y se desarrolllan muchas vidas posibles, todas ellas en torno a tres mujeres. Con una de ellas vive un intenso amor correspondido, de otra se enamora pero ella de él no, y la tercera se enamora de él pero no a la inversa. Tres posibles mujeres, un millón de vidas en torno a ellas, sólo se mantienen constantes los sentimientos. Y aún así, aún conociendo el futuro, el niño es incapaz de tomar una decisión. ¿Por qué? Porque ninguna de las vidas es sencilla. Porque todas ellas conllevan momentos maravillosos y momentos de sufrimiento. Porque no hay una correcta entre las incorrectas, no hay un único camino. Porque todas las vidas merecen ser vividas.
Quizá las decisiones en realidad no son tan importantes, quizá lo importante sea quitarse presión ante ellas, y tomarlas, y decidir para poder seguir viviendo.
Y por supuesto pensando todo aquello, no pude evitar recordar a mi amigo César.
«Si mezclas el puré de patatas con la salsa, después no se pueden separar, es para siempre. El humo sale del cigarrillo de papá, pero nunca vuelve a entrar. No podemos volver atrás, por eso cuesta elegir. Hay que tomar la decisión correcta. Mientras no elijas, todo sigue siendo posible…
Mr Nobody, a los 9 años»
La decisión correcta no es una.
Hay una teoría científica que afirma que existen un número infinito de universos paralelos al nuestro, uno por cada una de los presentes que pudiera haber, dependiendo de las elecciones que vamos tomando en la vida, de tal manera que todo lo que puede ser, en realidad es, aunque en un universo paralelo diferente.
Lo malo de saber dónde llevan todos los caminos es que, si bien podremos decidir mejor qué hacer, nos perdemos el ir descubriendo qué pasa a continuación. La decisión que se toma en cada momento es, por fuerza, la buena… sobre todo porque no tenemos posibilidad de saber qué habría pasado de haber tomado otra.
En base a la teoría científica, posiblemente en otro universo, mi alter ego palalelo habría pasado de dejar este comentario y habría optado por ver una página guara. No sabremos qué decisión habría sido mejor…
Cada decisión es un paso adelante, aunque a veces la dirección del camino sea diferente de la que esperábamos. Y lo del puré de patatas con la salsa, dicho así, hasta casi da miedo, no sé si voy a ser capaz de volver a mezclarlos… brr…qué responsabilidad. Bs.
🙂
Me gustó mucho tu resúmen, esta peli me mantuvo con la cabeza volada varios días. Y hoy sigo mirando imágenes, o viendo trailers, leyendo fragmentos que me descolocan y me encantan!. Besos 🙂