Soneto de amor oscuro

La pareja se conoció en el convulso Madrid republicano, donde mantuvieron su idilio de espaldas a sus familias. Uno era un estudiante de administración que soñaba con ser actor. El otro era poeta y dramaturgo, y soñaba con ser cumplidor de sueños. Y los dos soñaban con el amor.

¡Ay voz secreta del amor oscuro!

¡ay corriente sin mar, ciudad sin muro!

Perseguidos por quienes no entienden de sueños, ni de amor, decidieron huir lejos.

Pronto ¡prontol! Que unidos, enlazados, boca rota de amor y alma mordida, el tiempo nos encuentre destrozados.

Los dos que vivían con sueños se despidieron en Atocha, con destinos a Albacete y Granada. El estudiante, con 19 años, necesitaba el permiso paterno para viajar. El poeta despedirse de los suyos, de su tierra.

Tengo miedo a perder la maravilla de tus ojos de estatua

No me dejes perder lo que he ganado y decora las aguas de tu río con hojas de mi Otoño enajenado.

No volvieron a verse.

El estudiante no recibió el permiso paterno, pues consideraba el amor oscuro, y amenazó con denunciarlo. Recibió del poeta algunas cartas, hasta que llegó una guerra.

El poeta cuando llegó la guerra se escondió en casa de otro poeta, y corrigió sus  sonetos de entonces, los del amor oscuro, hasta que lo mataron.

Tú nunca entenderás lo que te quiero

porque duermes en mí y estás dormido.

Yo te oculto llorando, perseguido

por una voz de penetrante acero.

El estudiante se enteró pasado un tiempo de silencio. En silencio quedaron sus sueños, en silencio fue el amor, en silencio fue el duelo, en silencio fue la memoria, en silencio el resto de su vida, setenta años. Pero no quiso el estudiante que en silencio fuera el resto de su muerte, y, antes de que ésta llegara, sacó la caja donde cabían sus secretos oscuros: dibujos, cartas, su diario, un poema.

Quiero llorar mi pena y te lo digo para que tú me quieras y me llores en un anochecer de ruiseñores con un puñal, con besos y contigo.

Y esa caja, ahora abierta, ha dejado que se entrara la luz. Luz en los sueños, luz en los dibujos, en los poemas, en el diario, en el amor, hasta en los sonetos. Setenta años son muchos años leyendo sonetos de amor oscuros.

¡Ay voz secreta del amor oscuro!

¡ay perro en corazón, voz perseguida!

apiádate de mí, ¡rompe mi duelo!

¡que soy amor, que soy naturaleza!

 

 

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