El lunes fue un día entretenido. Cuando después de mi clase de batería volvía a mi piso de soltera catorce horas después desde que hube salido por la mañana sin que hubiera amanecido aún para ir a trabajar pensé, dios, hace un día maravilloso, voy a llegar a casa, voy a abrir una botella de vino y me voy a tomar una copa en la terraza tranquilamente. Yo no suelo beber vino, ni nada en general, pero me apeteció, a modo de celebración. ¿De qué? De la vida. O de homenaje. ¿A quién? A mí misma.
De camino hasta compré una copa en un chino, que siempre he odiado beber vino de un vaso, aunque el cristal de esas copas fuera más burdo incluso, pero eran copas al fin y al cabo.
Subí a casa, me quité los zapatos, abrí la botella, me serví, salí a la terraza, cogí dos sillas, una para mis pies y otra para mi culo, me senté mirando la Almudena, puse la copa sobre la mesa y…
…y ahora
¿qué?
pensé.
Y ahora qué se hace?
Nada.
Me resultó una nada terrible y absurda.
¿Y esta es la celebración? ¿El homenaje?
Y no fui capaz de encontrarme sentido, ahí sentada, sola, con una copa de vino, mirando al infinito.
No necesitaba un tiempo contemplativo conmigo misma para pensar, porque para estar a solas conmigo misma y mis pensamientos no me hace falta. Me acompaño todo el día, en cada trayecto en coche, en cada paso que camino, en cada vuelta en la cama, en cada canción, en todo, desde que me levanto hasta que me acuesto. No necesito esta soledad, ni este silencio, ni esta copa de vino, ni este absurdo encuentro conmigo.
Parece que hace frío.
Apuré la copa de un trago y entré en casa -huí a casa-, terminé de estudiar el tema 33, di una mano de barniz a unos trabajos pendientes, y a falta de inspiración para contar una historia, me puse una peli que me contara una, con la esperanza de un final feliz, que resultó abierto. Así que tras darle a esa historia el final que se merecía -feliz, sí, feliz- y que ese director no se atrevió adar, me fui a la cama. Todo eso sí me pareció tener sentido, y difuminó un poco la nada absurda que un rato antes me había hecho sentir tan sola.
Nunca más.
Esto te sucedió de verdad o es ficción? El titulo «Sinsentido» cae muy bien, aunque me parece que el sinsentido del narrador es diferente al sinsentido que ve este lector.
Saludos!
Creo que si es verdad o ficción es lo de menos.
Decía Aristóteles en su Poética «No corresponde al poeta decir lo que ha sucedido, sino lo que podría suceder, esto es, lo posible según la verosimilitud o la necesidad. En efecto, el historiador y el poeta no se diferencian por decir las cosas en verso o en prosa (…) la diferencia está en que uno dice lo que ha sucedido, y el otro, lo que podría suceder. Por eso también la poesía es más filosófica y elevada que la historia, pues la poesía dice más bien lo general y la historia, lo particular.»
Me dejas con la curiosidad acerca del sinsentido que has visto.