Voy en el metro y leo Lena y Karl. No miro si hay una persona que pueda necesitar sentarse. Casi siempre hay sitios libres en esta línea a esta hora, y no, que se jodan. No lo pienso así de manera explícita, pero el mero hecho de que me parezca mucho más relevante continuar con la lectura que mi civismo dice algo de mi pensamiento implícito.
Me gusta Lena y Karl de la misma manera que me gustó Deseo de ser punk. Al menos es mi percepción ahora. Creo que también fue esa la manera en que me atrajo cuando leí su argumento y lo elegí. No se trata de maneras literarias. Se trata de otras.
Hace mucho que no subrayo ninguna línea en ningún libro. El otro día pensé en ello y me entristeció. Estos días me han sorprendido las ganas de volver a hacerlo. He buscado en el estuche de profesora dentro de la bolsa de cartera de correos. He abierto el estuche, y había varios bolis azules, una pluma, un boli rojo, un pilot negro, una regla verde, un portaminas sin minas y ni un solo lápiz. Me pregunto si debería volver a leer desde el principio una vez que consiga un lápiz. O si da igual, porque lo que no se subrayó en el momento de subrayar, en la primera lectura, en el momento de la sorpresa inicial, incluso corriendo el riesgo del arrepentimiento del subrayado, ya se pierde en el limbo de las palabras que quisieron ser subrayadas pero quedaron desnudas. Sí, da igual.
Me pregunto si pudiera viajar en el tiempo y elegir un concierto, ¿cuál querría ver? No lo sé. Y además ese tipo de preguntas me atoran. Como cuando me preguntan por mis películas preferidas o por la música que me gusta, o por mis libros. Y me atoran también porque en realidad tendría que estudiarlo. No podría jamás hacer una elección así tan a la ligera, siendo tan consciente de cuántos conciertos de música míticos existen y de los que no soy consciente, o ni siquiera conozco, y si los desconozco no podría contemplarlos como posibilidad, y me los perdería. No sé, una decisión así probablemente me supondría muchas horas de estudio y muchos dolores de cabeza hasta tomar la decisión. Así que dejo de preguntármelo y continúo leyendo.
Leo tan concentrada que no pienso en cerrar las piernas a pesar de llevar falda y medias y zapatitos de señorita. Habitualmente llevo pantalones vaqueros y me siento como un tío, con las piernas abiertas. Quizás no tanto, además soy pequeña y estoy delgada, de modo que, aunque abra las piernas creo que la gente que se sienta a mi izquierda y a mi derecha no se sienten invadidos. Y si lo hacen, que se jodan. Y hoy voy igual, solo que con falda. Y me da igual también lo que pueda o no ver quien esté enfrente.
Hoy he explicado la acentuación de las palabras llanas y esdrújulas. Son chicos mayorcitos, deberían saberlo, pero a juzgar por cómo escriben no conocen la norma general. Creo que ni siquiera entienden el concepto de sílaba tónica. De modo que el otro día volví al origen. Les expliqué lo que significa que una sílaba esté acentuada, di golpecitos en la mesa, hice percusión, silabeé como si fuera retrasada, se ríeron mucho y les animé a que silabearan conmigo, como si fueran retrasados, todos juntos. Y empezamos con las agudas. Hoy tocaban las llanas y las esdrújulas. Y les he dicho que mis preferidas -sin necesidad de quebraderos de cabeza- eran las esdrújulas. Y es que las esdrújulas llevan tilde siempre. Y que cuando digo siempre quiero decir siempre. Y les he dicho que existen muy pocos siempres ahí fuera en la vida. Y que por eso, les aconsejaba fuertemente que cuando se encontraran por ahí un siempre, que lo cogieran y lo abrazaran, y se aferraran a él. Como al de la tilde de las esdrújulas. Pánico, música, gótico, siempre. Siempre. Y les he dicho que les dedicaran tildes grandes, llamativas y poderosas. Y que no las olvidaran.
En el metro he vuelto con mi libro. No he mirado si había alguien que necesitara asiento, ni he cerrado las piernas, ni nadie me ha visto el color de las bragas porque llevo vaqueros. Solo he levantado los ojos del papel cuando alguien ha tropezado con mis pies atravesando el vagón. Me pasa algunas veces. Me he preguntado durante unos segundos cómo es posible que la longitud de mis piernas, midiendo un metro y medio, pueda hacer tropezar a nadie. Pero he vuelto a la lectura rápidamente. Sobresdrújula. Y a perder todo el alrededor que no fuera Lena y Karl.
A mí me pasa lo mismo con la elección de películas o libros o músicas. Me bloqueo. No podría contestar a nada de eso.
Tengo cuadernos donde escribo las frases o párrafos que me gustan o interesan de lo que leo. Y escribo mucho en ellos o copio, más bien.
Me ha encantado leerte!!
Los cuadernos también me producen nostalgia. Antes siempre iba con uno en el bolso. Yo escribía palabras que me llamaban la atención, en proceso de desuso, para tratar de incorporarlas. Pero ahora no llevo ni cuaderno ni lápiz…. Qué bien qué tú sigas con los tuyos!