Domingo por la noche

Como me estaba aburriendo con el partido, me empezó a hacer preguntas del tipo a que no sabes cómo se llama ese jugador. Yo no sé cómo se llama ninguno, ni siquiera los de mi equipo. Y, en el hipotético caso de que lo supiera, jamás podría distinguirlos en el campo. Intentaba que yo leyera los nombres en los dorsales, sin lupa ni material de aumento alguno, y entonces tuve que explicarle que con los jugadores me ocurría un extraño fenómeno, y es que para mí, cuando salen al campo, pierden su condición de seres individuales y únicos, y se transforman en un ser único, un ser colectivo -equipo- pero dividido en once cuerpos iguales, once vestidos de un color y otros once de otro. Y salvo el color, a mis ojos, nada hace que se diferencien unos de otros, porque son seres exactamente iguales. Como las figuras de un futbolín en versión autómata. Sólo cuando salen del campo y abandonan su condición de futbolistas vuelven a cobrar rasgos y personalidad propios, y a resultarme seres completos. O casi. A él le hizo mucha gracia. Pensaba quizás que estaba bromeando.

Agotado el tema, y creo que para evitar que volviera a aburrirme -tengo la sensación de que para él aburrirse es de las peores cosas que le puede suceder a nadie-, me propuso hacer un juego de preguntas y respuestas. Estuve concentrándome bastante mientras duró el juego para poder memorizar las cuestiones que me iba planteando y así citar ahora algunas de ellas:

  • Qué prefieres, ¿ser millonario pero que todo el mundo pueda entrar en tu casa o ser pobre pero amigo del presidente?
  • Qué prefieres, ¿tener una trompa de elefante o un cuello de jirafa?
  • Qué prefieres, ¿tener sexo una vez a la semana pero no poder masturbarte o tener sexo una vez cada dos años pero poder masturbarte cuando quieras?
  • Qué prefieres, ¿vivir sin electricidad o vivir sin tu pareja?
  • Qué prefieres, ¿llevar a Cenicienta al baile o una alfombra voladora?
  • Qué prefieres, ¿tener una vagina en la frente o una hilera de pollas en la espalda?
  • Qué prefieres, ¿beber un vaso de vómito un día o tener las manos manchadas de riskettos para siempre?
  • Qué prefieres, ¿saber cuándo van a morir todos tus seres queridos y no poder decírselo o que todos tus seres queridos sepan cuándo vas a morir tú y que no te lo puedan decir?
  • Qué prefieres, ¿morir la semana que viene o ser inmortal?
  • Qué prefieres, ¿que todo el mundo pueda leer tus pensamientos o tener que estar desnud@ el resto de tu vida?

Algunas cuestiones eran realmente sencillas de contestar. Por ejemplo, entre la Cenicienta y la alfombra voladora la ganadora absoluta es la alfombra. En esta ocasión ambos estuvimos de acuerdo. Si la elección hubiera estado entre la alfombra y un genio, no lo sé, posiblemente la alfombra igualmente. También para mí fue claro preferir un cuello de jirafa a una trompa. Él, sin embargo, prefirió la trompa.

Otras cuestiones nos dejaron pensando largo rato. Yo no terminé de tener claro si preferiría saber la fecha de la muerte de mis familiares y amigos o que ellos supieran la mía. Normalmente entre ignorancia y conocimiento me suelo quedar con lo segundo, pero también creo que he subestimado a lo largo de mi vida las bondades que una buena ignorancia a tiempo puede llegar a ofrecer. En cualquier caso, creo que, aún consciente de eso,  insistiría en el error de querer saber.

En cuanto al tema de morir la semana que viene o ser inmortal ambos lo tuvimos claro. Él pidió la inmortalidad, yo la mortalidad. Tuve que explicarle mi postura. Fácil. Si yo soy inmortal pero todos los que me rodean no, y me paso mi existencia viendo morir a los míos, prefiero no vivir. Se quedó pensando un rato corto, y se reafirmó en su decisión. Me gustó saberlo.

Entre una vagina en la frente o la hilera de pollas en la espalda me costó tanto decidir que me terminó ofreciendo consejo. Que mejor la vagina en la frente. Acepté su sugerencia sin demasiado convencimiento.

Después de un rato también nos cansamos del test. Vimos el final de Kill Bill Vol.1. Se quedó dormido en el sillón antes de que terminara.

 

7 comentarios sobre “Domingo por la noche

  1. El de las manos manchadas de riskettos para siempre también me lo han hecho a mí. Pero la alternativa era no tener los dos dientes delanteros. Elegí las manos manchadas.
    En temas mortuorios yo prefiero la ignorancia, al menos por el momento.

    1. Jajaja, de verdad los risketos? Pero eso es terrible!!!! Supongo que el no tener que elegir o el no poder hacerlo es una ventaja a veces. Y desde una postura meramente teórica puede una permitirse el lujo del atrevimiento, no? Desde el absurdo de las preguntas yo termino encontrandole un punto bastante cómico. Normalmente terminamos a carcajadas 😊 Besos, Paloma

    1. Gracias, Claudia. Yo siempre me paso a leer tus memorias o diario o cartas de amor, no sé cómo definirlo. Resulta honesto y emocionante, sin caer en el empalago ni en el tópico, y mira que es difícil conseguirlo! Un abrazo

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