Hace ya tiempo que vengo observando esta tendencia actual en las artes en general del menosprecio del optimismo, como si resultara pueril, de la alegría, como si resultara frívola, de la felicidad, como si resultara cursi. Quizá me moleste tanto esa tendencia porque tienda a ella. Me lo tengo que mirar.
El caso es que hace casi un año, en un arranque de rebeldía contra ella, decidí coger la cámara con la intención de hacer el ejercicio de evitar posar el objetivo en imágenes de soledad, frío, destartalamiento, fragilidad, ruina, marginación… que suelen ser los que por defecto tienden a interesarme, y me propuse un reto: captar imágenes que transmitieran luz, alegría, felicidad, algo bonito. Y así, para empezar, para probar la experiencia de poner el ojo en aquello que no acostumbro, no se me ocurrió nada mejor que ir a buscar esa foto en Lavapiés, absolutamente convencida de que existía, que la iba a encontrar, que era sólo una cuestión de buscarla.
Fracasé estrepitosamente. Salí una tarde radiante de domingo, pero las calles que yo imaginé encontrar bulliciosas y multiculturales estaban prácticamente desiertas. Sólo escuchaba silencio, andar a personas solitarias que, o bien miraban al suelo, o bien mostraban ojos desconfiados y tristes, edificios degradados, nada que fuera bonito, nada. Y después de pasarme más de una hora dando vueltas sin una sola foto, y un poco impregnada ya de todo eso, me marché, porque empezaba a correr el riesgo de terminar formando parte de ese paisaje. De hecho creo que ya lo hacía.
Unos meses después, creo que en semana santa, volvía a pasear por allí con una cámara. No íbamos mirando a nuestro alrededor, la cámara se había quedado sin batería. Nos mirábamos nosotros, de esa forma que no nos deja hablar, que nos hace parar en plena calle para poder mirarnos, que no nos permite hacer ninguna otra cosa más que mirarnos, porque no hay nada más importante en el mundo en ese momento que mirarnos… Entonces escuchamos un qué bonito, ¿recuerdas? que provenía de un intercultural, y un ¿os hago una foto? Una foto, la bonita, existía, aunque la cámara no tuviese batería, aunque no quede una imagen en archivo jpg. Existe.
Lo sabía. Cómo lo sabía.