Ayer, cuando conté el cuento, no fue una decisión al azar. Lo cierto es que quise hacerlo a modo de metáfora.
Cuando alguien toma la decisión de ponerse a escribir en un lugar público, que es una de las ventajas que ofrece Internet, llega un momento en que se pregunta cuáles son sus razones últimas para hacerlo. A mí me maravilla que haya personas que escriban tutoriales, y dediquen su tiempo a enseñar gratuitamente sus conocimientos sobre ciertas cosas. Desconozco cuál es su por qué, pero no le encuentro otro que no sea el compartir ese conocimiento. (Salvo en algunas excepciones, en las que los motivos tienen más que ver con un ego que sobrepasa el intelecto del autor, que con el altruismo.)
Cuando empecé a escribir encontré mi por qué. Pero los por qués no se mantienen inalterables con el paso del tiempo. Y mis por qués han cambiado conmigo. Por eso, de vez en cuando, no viene mal reformularse las preguntas, y poder reencontrarse con las respuestas, y con uno mismo.
Y hace ya tiempo que tengo un propósito. Encontrar en cada uno de mis días algo que lo haga especial y diferente a los demás. Algo que merezca la pena ser contado. Porque todos los días tienen algo especial, sólo hay que saber verlo. Todos los días pasa algo que, de una forma o de otra, se queda en mi cabeza y me deja una cierta marca que me hace sentir. A veces no sé muy bien por qué. Y podría dejarlo, no volver sobre ello, normalizarlo y obviarlo. Pero la vida es demasiado valiosa como para no estar atenta, como para no querer ver aquello que la hace ser valiosa, y dejar a un lado la consciencia de aquello que hace sentir y emociona. O peor todavía, la consciencia de sentir o emocionarse.
Al final, es lo que buscamos en todo, en el día a día. Pero también buscamos las emociones en el cine, en la música, en el arte, en las historias cotidianas, en la literatura… risa, llanto, terror, asombro, nostalgia, melancolía, energía, paz, tensión… Y las encontramos en tantos lugares porque las emociones son universales, y se contagian, y nos permiten emocionarnos con historias ajenas, que, de alguna manera, terminamos haciendo propias.
De modo que por un lado, al igual que hay informáticos que deciden compartir sus conocimientos en la red, yo he decidido compartir los relatos que de una forma o de otra me han hecho sentir, y también, de una forma o de otra, aquellos momentos cotidianos que hacen que cada día sea único e irrepetible. Si a mí me han emocionado, puede que a otras personas también.
Por otro lado, el haberme impuesto el compromiso de escribirlos, me ha generado el hábito de buscarlos. Y me aterra la posibilidad de que pudiera llegar un día en el que viviera un día, tras otro, tras otro, sin ser capaz de encontrar en cada uno de ellos algo, una sola cosa al menos, que mereciera la pena ser contada. Y es que dejar de sentir, y dejar de emocionarse, es como dejar de estar vivo.
Cuando llego a casa y enciendo el ordenador, si no está ya encendido, miro mis blogs preferidos, mi correo basura, descargo mis fotos, hago alguna cosa más.
Pero dejo para el último de mis quehaceres leer tu blog.
Y dejar de leerte todos los días sería perder algo muy valioso.
Pues tu porqué se parece mucho al mío, pero indudablemente muchiiiisimo mejor explicado, tanto, que no me había dado cuenta hasta que lo he leído.
Está bien escribir y que te lean, (todos tenemos nuestro ego, unos más grande que otros), pero yo siempre he creído que las cosas que te pasan si no las cuentas en voz alta (o las escribes en una hoja), parece que se desvanecen. A veces es más satisfactorio el momento de escribirlas y recordarlas que cuando las relees pasado un tiempo.
Aunque está bien tener una memoria por escrito de determinados momentos. Así es más difícil que desaparezcan.
Admiro como eres capaz de expresar determinadas sensaciones y pensamientos. En serio. Me pasa contigo y con Almudena.
Besos.
Hola Pat.
De casualidad, te he vuelto a encontrar; dejaste el rastro en el blog de soropri, que también se despidió de la comunidad.
Antes de empezar a escribir, he pensado que quizás, te querías ir de la comunidad y sus comentaristas, romper con todo lo que allí se cocía, así que, no sé si estoy metiendo la pata… ya me dirás.
En cuanto a este, tu último post -ya te he leído unos cuantos-, me ha traído a la memoria una frase que me dicen mucho las personas de generaciones anteriores a la mía: «disfruta cada día de tu hijo, pues cuando sea grande, echarás de menos no haber jugado más con él, no haber exprimido cada día su compañía» Ciertamente, noto cuando paso un día sin haber estado suficiente tiempo con mi hijo, tal vez, igual que tú cuando dejas pasar una jornada sin hurgar en ella.
Saludos.
Quierodormir, gracias por dar sentido.
Karmen, con Almudena? Grandes? No, no has podido decir eso!!!!!!!!
Joaquín, eres bienvenido, un abrazo!
lo siento pero no tengo correo ni sitio web, a decir verdad no creo que tenga ningún sitio salvo la duda, y quizás por eso e dado casualmente con esta página esta noche.
no suelo navegar por la red ni le encuentro jugo a los ordenadores, a decir verdad me caen gordos, siempre se joden cuando más los necesitas.
me estoy yendo por las ramas.
con éste mensage quería expresar mi asombro al dar con esta página cuando escribí en el buscador : «quiero encontrar algo que merezca la pena», y ésta es la única página que me a llamado la atención.
suerte en el camino.
Vaya, javivi, pues muchas gracias. Aunque estoy contigo, es genial encontrar cosas que merezcan la pena, pero cuánto mejor en la vida que en el google. Mucha suerte.