tatuajes efímeros en días especiales

tú que sientes,

y transformas lo que amas en milagro

Primera vez

Porque cuando me miras por primera vez
vivo por vez primera.

Literalmente me refiero
a la primera puesta de sol
al mar por primera vez
a meterme en la boca el primer puñado de nieve
al primer café.
Me refiero a la primera risa,
que arranca en el origen
y llega hasta el final.
Me refiero a tus primeros labios.

Sí.
Estoy hablando de la sorpresa, de la emoción. De la
inocencia de la vida primera.
Del aquí y el ahora
puro porque no tiene un antes.
Ni un después.
Existe.
Hablo de una gratitud que desborda
mi cuerpo pequeño
estremecido de belleza,
bonito porque lo miras
por primera vez.
Y lo ves.

Por todo eso
sé que la primera vez
no es un ordinal sino un estado de ánimo
del amor nuestro,
y golpes de conciencia nos regala el
espectáculo de la vida primera.

Lo que soy

Hoy ha sonado el despertador y era de noche.
Lo sé porque estaba oscuro
y nunca bajo las persianas.
No me parece natural levantarme de la cama sin ver la luz del día,
amaneciente al menos.
No me parece natural y no lo es,
porque yo soy la mujer que ama despertar con la luz del día.
Pero hoy ha sonado la alarma
y era de noche.
Y con esa noche se ha cerrado la puerta de casa. Y he tomado café. Y esperado el transporte escolar.
Y conducido junto a mil millones de coches hasta llegar al trabajo en un atentado contra mí misma.
Con esa noche.

Pienso en lo que permanece. Es poco.
Tantas canciones y libros,
y actitudes y personas
y emociones que un día estuvieron pero ya no,
porque no son.
Pero mira que pasaron años de persianas bajadas
y sin embargo no he dejado de amar la luz al abrir los ojos.
En la permanencia soy.

Soy la que se pone introspectiva cuando viaja en coche
y después se duerme.
La que siente debilidad por los acordes menores
y los compases ternarios.
La que se dispersa con la misma intensidad con que se concentra.
La que odia los espárragos blancos.
La que necesita hacer muchas cosas y deprisa,
como si la vida se fuera a acabar mañana,
y la de sentir lento e intenso.
La desarrolladora de teorías.
La de la risa. La de la sonrisa.
La del temblor en el labio antes de llorar.
La que no espera colas.
La de la avidez.
Y las bebidas, las comidas y las duchas me gustan muy frías o muy calientes, jamás tibias. La vida tampoco.
La de la mirada.
La que se rebela contra los espacios cerrados y se
inventa puertas de emergencia en situaciones sin salida.
La que pierde la noción del tiempo cuando lee. Y cuando escribe.
Y cuando siente.
La independiente y la del yo solita.
La de las manos pequeñas y heladas. La que desea ser piel roja
y wacan.

Pienso en ti. Y en tu permanencia
antes incluso de haber existido.
Pienso en los momentos en los que se me ha ido revelando
que yo soy la mujer que te ama.
Pero no ahora, siempre.
Y siempre es siempre,
antes incluso de conocerte.
Lo que quiero decir es que antes de saber que te amaba
ya te amaba.
Y en tu permanencia
el prodigio de identificarme en tí,
de reconocerme en tí,
de serme en ti completamente yo.
Por eso si alguna vez te miro y no te veo
la soledad es devastadora,
soledad de huérfano,
de las demás permanencias.
Y devastador también el miedo a perderlas:
qué va a ser de mí si no soy.

Entonces suena el despertador y es de noche.
Y es un atentado contra mí misma
que me levante de la cama de noche
porque soy la mujer que ama abrir los ojos con la luz del día.
Y en ese atentado contra mí misma está el milagro de la permanencia:
yo sigo siendo yo.
Incluso aunque en un momento no te vea,
incluso y a pesar de la soledad,
y del miedo,
está el siempre del ser,
y ese ser es sagrado en mi orden del mundo.
Y yo soy,
-por encima y además de mis otras permanencias-
la mujer que te ama.

Y la tercera de Benedetti

Corazón coraza

Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza

porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.

Mario Benedetti

Mucho más grave. Mario Benedetti.

Mucho más grave

Todas las parcelas de mi vida tienen algo tuyo
y eso en verdad no es nada extraordinario
vos lo sabés tan objetivamente como yo

sin embargo hay algo que quisiera aclararte
cuando digo todas las parcelas
no me refiero sólo a esto de ahora
a esto de esperarte y aleluya encontrarte
y carajo perderte
y volverte a encontrar
y ojalá nada más

no me refiero sólo a que de pronto digas
voy a llorar
y yo con un discreto nudo en la garganta
bueno llorá
y que un lindo aguacero invisible nos ampare
y quizá por eso salga enseguida el sol

ni me refiero sólo a que día tras día
aumente el stock de nuestras pequeñas
y decisivas complicidades
o que yo pueda   o creerme que puedo
convertir mis reveses en victorias
o me hagas el tierno regalo
de tu más reciente desesperación

no
la cosa es muchísimo más grave

cuando digo todas las parcelas
quiero decir que además de ese dulce cataclismo
también estás reescribiendo mi infancia
esa edad en que uno dice cosas adultas y solemnes
y los solemnes adultos las celebran
y vos en cambio sabés que eso no sirve
quiero decir que estás rearmando mi adolescencia
ese tiempo en que fui un viejo cargado de recelos
y vos sabés en cambio extraer de ese páramo
mi germen de alegría   y regarlo mirándolo

quiero decir que estás sacudiendo mi juventud
ese cántaro que nadie tomó nunca en sus manos
esa sombra que nadie arrimó a su sombra
y vos en cambio sabés estremecerla
hasta que empiecen a caer las hojas secas
y quede el armazón de mi verdad sin proezas

quiero decir que estás abrazando mi madurez
esta mezcla de estupor y experiencia
este extraño confín de angustia y nieve
esta bujía que ilumina la muerte
este precipicio de la pobre vida

como ves es más grave
muchísimo más grave
porque con estas o con otras palabras
quiero decir que no sos   tan sólo
la querida muchacha que sos
sino también las espléndidas
o cautelosas mujeres
que quise o quiero

porque gracias a vos he descubierto
(dirás que ya era hora
y con razón)
que el amor es una bahía linda y generosa
que se ilumina y se oscurece
según venga la vida

una bahía donde los barcos
llegan y se van
llegan con pájaros y augurios
y se van con sirenas y nubarrones
una bahía linda y generosa
donde los barcos llegan
y se van

pero vos
por favor
no te vayas.

Mario Benedetti.