Hoy me ha asaltado la conciencia de que cualquier pequeño cambio cotidiano, incluso los aparentemente intrascendentes, tiene consecuencias, a veces de magnitudes sorprendentes. Todo influye. Cualquier decisión, cualquier acto, cualquier hecho. Propios y ajenos.
Hace unos meses, cuando la compañera con la que tomo café cada mañana me dijo que iba a hacer una entrevista de trabajo, y que si salía bien se iría, me alegré por ella, y sé que la echaría de menos, porque aunque no tenemos mucho que ver nos hemos cogido cariño. Pero más allá de ahí, me dio por preguntarme cómo afectaría ese cambio en el ambiente del trabajo. Un movimiento lo cambia todo. No sólo mis costumbres, sino las de los demás, y todo el ambiente. Todo. Si para bien o para mal no lo sabré, porque el trabajo nuevo no prosperó. Pero sé que el día en que ella no esté y aparezca otra persona distinta en su lugar, se irá produciendo lentamente un cambio en todos nosotros.
Hoy, mientras fumaba, pensaba en esos hechos, esos sutiles a los que no damos mucha importancia en su momento, pero que algunas veces son, si no causa de un cambio vital, al menos catalizadores o propiciadores del mismo. Es decir, que hay hitos vitales fundamentales, ante los cuales uno sabe que su vida va a cambiar de forma drástica, de que objetivamente reconocemos como una nueva época en la vida: empezar a compartir la vida con alguien o dejar de hacerlo, tener un hijo, perder a un ser querido, un cambio de trabajo, un cambio de domicilio, un cambio de país….. Pero si pienso un poco más allá, si pienso en las consecuencias que han tenido en mi vida, hechos aparentemente nimios , es asombroso. Porque a lo mejor, aunque suene raro, podría decir que en mi vida fue determinante mi primer cigarro, apuntarme con dieciséis años a natación con mi amiga Raquel, instalarme un programa de irc en mi ordenador, escribir un relato para un tipo que se llamaba Eme que quería hacer no sé qué proyecto, el despido de Germán, que Eva dejara de fumar, regalarle a Pablo una batería, decorar macetas con tiras de cómics… no deja de asombrarme que pequeños hitos cotidianos, o decisiones revestidas de intrascendencia, sean capaces de propiciar cambios tan sustanciales, y juntándolo todo, parece que tanto mis hitos vitales fundamentales, como los intranscendentes en apariencia se hubieran alineado juntas formando parte de un plan para hacer de mí lo que soy ahora.
Y esa sensación, esa consciencia de que cualquier pequeña cosa puede llegar a cambiarlo todo, hace que mi percepción de mi propia historia pasada sea apasionante, pero no menos de lo que lo es el momento presente, o el que aún está por llegar, tan imprevisible, tan sujeto a la magia del caos…
Imprevisible, quizá inquietante, mágico o, con mucha probabilidad, sorprendente. Es lo que tiene el futuro 🙂
sorprendente, sí, a veces para bien, a veces para mal, y por mucho que nos empeñemos en controlarlo, en la sorpresa está la gracia 🙂
El cotidiano efecto mariposa que generamos y que igualmente se genera a nuestro alrededor.
Un abrazo.
Los cambio siempr eexistiran, podemos estar prevenidos o no, pero siempre vendran. Es para todos los aspectos de nuestra vida.
Si el cosmos cambia permanentemente, nuestro entorno tambièn, y lo que es mejor, nosotros tambien cambiamos.
Debemos estar siempre p`reparados yu con ganas de aceptar y enfrentar cada cambio que venga