Hablaba con mi amigo José el otro día de la situación actual. Yo estaba -estoy-indignada con el hecho de que todos estos sacrificios que se le están exigiendo a la sociedad tengan por objeto obtener el sí de la UE a un préstamo para recapitalizar a la banca. El caso es que José me paró y comenzó a analizar Alien. Rápidamente capta mi atención. Debió ser algo así:
– ¿Recuerdas la peli Alien?
– Por encima, Sigourney Weaver, el bicho….
– Bien, pues la peli se desarrolla en un futuro en el cual existe una única corporación, y todo el mundo trabaja para ella. Los recursos de la Tierra no son suficientes y hay que ir a buscarlos a otros planetas. No hay gobiernos, no hay políticos, nadie elige a nadie. El trabajo y la misma vida gira en función del buen funcionamiento de esa única empresa para la que todos viven. Entonces unos que van en una nave por el espacio en busca de minerales para la producción se encuentran con el alien.
A mí me parece que en un contexto tan terrible, que da tanto miedo, el hecho de que aparezca un bicho que mate gente, es lo de menos.
– Ahora mismo no estamos en manos de una sola corporación, son unas cuantas.
– Exacto, nos creemos muy libres, pero en realidad, ya no existen ideas, ni principios políticos. Existe un mercado en manos de unos cuantos, y todas las decisiones son de tipo económico. Nos acercamos al contexto de la peli.
El monstruo llamado mercado. Quién lo alimenta. De quién vive. De verdad que no entiendo cómo nadie se puede escandalizar cuando me considero antisistema. Anti este sistema. El hecho de que esté en contra de la violencia como medio y de que no vaya por ahí tirando piedras o quemando contenedores no significa que me parezca bien el orden establecido. El orden establecido es perverso, es inmoral, es injusto, me avergüenza. A mí lo que me escandaliza es que haya tanta gente orgullosa del sistema.
Pues serán los que se benefician enormemente de él. El sistema capitalista tuvo su punto más bajo y el comienzo del fin del mismo cuando el gobierno federal USA tuvo que intervenir para salvar WallStreet del derrumbe, algo tan simbólico como la caída del muro pero sobre lo que extrañamente no se hizo hincapié. Y sentí mucho que ese carnicero llamado Milton Friedman haya muerto sólo poco antes y no haya visto con sus propios ojos que las teorías y experimentos (actuados en casa de otra gente, claro) que le valieron el Nobel habían fracasado por completo. Yo de gente orgullosa de este sistema por fortuna no conozco más las enviaría en el espacio dentro de una nave infestada con miltonfiredmans. Y sin la Teniente Ripley que les defienda.