De cuestiones de fe, leyes y polémica.

El sábado vi por primera vez los famosos carteles del bebé y el lince. Es lo que tiene la libertad de expresión, que cualquiera puede hacer uso de ella,  Iglesia incluida… y yo incluida. Aunque reconozco que cuando estos señores predican fuera del templo me hacen sentir como mi vecino cuando me ve llegar a casa con las bolsas del Burguer y me dice que cómo se me ocurre darle esa comida a mis hijos, que es poco saludable…

Yo no entiendo muy bien la polémica. Ya que científicamente no se puede determinar en qué momento de la gestación se puede considerar que un embrión o un feto es un ser humano, ese hecho queda reducido  a una cuestión de fe, o de creencia personal. De modo que a falta de una certeza al respecto, la decisión última debería quedar para la  mujer según su conciencia. Si ella no desea ser madre y cree que lo que tiene dentro son un conjunto de células, la decisión de  abortar no supondrá un problema. Si no deseaba ser madre,  pero cree que lo que lleva dentro es ya un ser humano, no tomará esta decisión. Y como en cualquier otra cuestión de fé, estas decisiones merecen todo el respeto.

Y en el fondo, ésta es la única posibilidad coherente. Los supuestos son absurdos. Son un sinsentido. Si el embrión no es un ser humano no hay problema en descartarlo ya esté sano o sufra una malformación, o haya cualquier tipo de riesgos. Y si el embrión es un ser humano, no cabe descartarlo en ningún caso. ¿O es que un ser humano sólo tiene derecho a vivir si está sano, mas no lo tiene en el caso de tener Síndrome de Down o una minusvalía?

¿Quién tiene el criterio para decidir e imponer el que un embrión sea (o no) un ser humano, y con esa condición (o no), gozar (o no) de todos los derechos del mismo? ¿El Estado? No lo creo. Por tanto, el que jurídicamente se permita a las mujeres la posibilidad de actuar libremente según su propia conciencia, me parece la única opción coherente, y la única posible.

De modo que no puedo decir que me considere a favor o en contra del aborto, así en general.  Yo tomé mi decisión cuando tuve que hacerlo. Y sé que hice bien.  Como también creo que han hecho bien todas aquellas mujeres que han seguido lo que sus conciencias les dictaban, pensando que era lo mejor, fueran sus decisiones o no, iguales que la mía.

Para terminar mi reflexión  no voy a poner ninguna imagen. No sabría con cuál  ilustrar las ideas que argumento, como la libertad en cuestiones de fe, y el respeto hacia las mismas.

10 comentarios sobre “De cuestiones de fe, leyes y polémica.

  1. Es un tema espinoso, aunque no debería serlo… he escrito en mi blog sobre ello, ligeramente, a ver si me lo quitaba de la cabeza… el dichoso cartelito desafortunado. ¿Cómo pueden comparar al lince con los bebés?, para empezar deben de quedar 100 linces en el mundo, mientras que hay unos 10.000.000 de niños que se mueren de hambre… contradicciónes eclesiásticas, alucino.

  2. Es un tema espinoso porque intentamos buscar una moral universal, cada uno cree que lo que él opina es lo mejor, e intena imponérselo a los demás. De lo primero no me cabe duda, porque, si yo pensase que lo que opina el de enfrente fuera mejor que lo mío, opinaría como el de enfrente. La cosa es que, a falta de consenso, que cada uno se preocupe por hacer lo que considera correcto, que bastante preocupación es ya, y que deje a los demás que hagan lo propio. Y de esa forma, habría menos espinas.

  3. Quiero comentar dos cosas que igual te sorprenden.

    Me gusta mucho más tu comentario que el post, y no digo que esté mal.

    El síndrome de Down no es una enfermedad, por lo que un embrión con una alteración en el cromosoma 21, tiene tantas posibilidades de nacer sano como otro que no la tiene.

    En el caso de una minusvalía, depende de si esta afecta a un órgano vital, puede tener más posibilidades de nacer insano, pero no por ello es una enfermedad.

    En lo sustancial estoy de acuerdo, no se debería tomar decisiones de interrupción de embarazo por razones de «selección natural».

    Por otro lado, las mujeres tendemos a olvidar la capacidad de decisión del padre.

    Con respecto a la moral, hay un nivel básico que debería ser universal. La cuestión es donde está ese nivel, y cada tesis marca ese nivel de manera tácita, y me refiero al concepto filosófico del «conocimiento tácito».

    Nada es tan simple como nos gustaría, sobre todo en decisiones vitales.

  4. Enna, tienes razón en mi imprecisión. No fui muy afortunada al escoger la palabra «sano».
    En cuanto a la capacidad de decisión del padre, por supuesto es necesario y justo tenerla en cuenta. Pero al final, aunque lo ideal sería el consenso, si no se consigue, y no sólo por motivos biológicos, la decisión última es de la madre. ¿O vivirá bien una mujer que quiere tener a su hijo pero aborta porque el padre no lo desea? La pregunta a la inversa me plantea más problemas, la verdad. Y es que, como tú dices, nada es tan fácil como nos gustaría. Cada caso es diferente, las circunstancias distintas, y cada cual con las suyas elegirá lo que crea más conveniente. Lo que yo reivindico es que sea la conciencia de cada cual la que tome la decisión, y no sea impuesta por imperativo legal.
    Un saludo y muchas gracias por tu aportación.

  5. Estoy de acuerdo contigo. Pero como siempre que se tratan temas en los que la fe, las creencias y la iglesia están de por medio se quedan al margen el sentido común y la coherencia, de la que tu has hecho gala en tu post.
    Sólo habría que dejarse llevar por ellas. Establecer límites y que sean las mujeres las que actúen según sus creencias o ausencia de ellas. No es obligatorio para nadie, pero si es vergonzoso que se tengan que alegar falsas razones para hacerlo.
    Tema complicado. Sobretodo para las mujeres que se ven en ese dilema. No se puede frivolizar sobre ese momento.
    Un beso.

  6. Tal como está planteada nuestra sociedad, el poder judicial nos marca unos límites legales y nosotros otros morales. Algunos necesita un guía para los morales, y profesan una fe. Yo no considero justas todas las leyes y normas, y en lo relativo a la moral sigo mis pasos, pero creo que todas tenemos que entender los límites ajenos y sociales, aunque no los compartamos.
    Me siento más cercana a la libertad de aborto que a la prohibición, pero entiendo que haya límites legales, y que las religiones difundan su doctrina, y también entiendo que en muchos temas, uno de ellos este, no sea posible «actuar libremente según su propia conciencia». No soy experta, no sabría poner límites ni juzgarlos.

    Cuando me refería a la decisión del padre, en la cabeza tenía más la posibilidad de que la madre quiera abortar y el padre no. Complicado, puesto que hay una «carga» biológica diferente.

    Perdón, no quiero molestar más, no se si me pongo muy seria y puntillosa.

  7. Enna, estoy completamente de acuerdo en la necesidad de límites legales. La cuestión en este caso es que no es tan sencillo, pues no es fácil determinar qué derechos puede tener un embrión, todo depende de cómo se le considera y a partir de cuándo. Por ello el permitir que sea cada cual quien decida. Dicho sea de paso, tal cual está ahora la ley, quien quiere abortar puede fácilmente acogerse a uno de los supuestos permitidos. De modo que si encubiertamente se está haciendo libremente, es un sinsentido no poder ampliarlo. Y que quizás su práctica esté más controlada y sea más segura.
    Por supuesto que las religiones tienen el derecho y la responsabilidad de difundir su doctrina, pero no imponerla a quienes no la sigan. Me parece muy correcto que la Iglesia Católica indique a sus feligreses que no deben abortar. Lo que no me parece correcto es que quieran imponer sus criterios vía legislativa, pues es algo que no les compete. Exagerando (no me pongas el grito en el cielo por esto, es sólo para que entiendas lo que quiero decir), me parece que es como si quisieran prohibir por ley el uso de anticonceptivos. Con prohibirlos en el templo y en muchas aulas terminan sus competencias.

    En cuanto a la decisión del padre, ya comenté que era a la inversa (con ésto me refería a cuando es el padre el que desea al niño), lo que me planteaba problemas.

    Y si nos vamos a casos particulares, yo decidí tener a mi hijo. Pero respeto a quien en un momento dado no quiera hacerlo. Y creo que es justo que en ese caso concreto, esa persona pueda tomar la decisión sin tener que bordear la ley, o tenerla en contra.

    Y Enna, no te preocupes, no es ninguna molestia. En general no suelo escribir con la intención de generar polémica, pero cuando me metí en el jardín de escribir sobre este tema, era supongo, porque estaba dispuesta a debatir. Y si es con una persona que también piensa bien ;-), educada y respetuosa, es todo un placer intercambiar opiniones.
    Un saludo

  8. Karmen, si a mí me paree estupendo que la Iglesia se oponga al aborto, y además en cualquier circunstancia, es lo coherente para ellos. Pero una cosa es que adoctrinen moralmente, (y a ser posible sólo a quienes acudan a ellos) y otra distinta que se metan en leyes. Un beso

  9. La Iglesia, ahora, le atribuye alma a una célula (o conjunto de células), cuando ha estado siglos negándosela a la mujer.
    Que exista una buena ley sobre el aborto no significa que abortar sea obligatorio………….aunque visto lo visto quizás debería serlo una buena temporada, no es precisamente el ser humano el que está en peligro de extinción.

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