-Mamá, ¿jugamos a las cartas?
-¿Al cinquillo?
-No, a Pokémon.
–Yo no sé jugar.
–¡Te enseño!
–Vale. (Reparte doce cartas para cada uno). ¿Con cuál empiezo?
-Con la que más vida tenga. Es el número que tienes ahí.
-Ah, vale, pues éste. Mismagius. 90 puntos de vida.
-¿Y?
-¿Y qué?
–Que qué ataque lanzas….
–Ah… pues… el ataque psicoondas!
–Vale, pues yo te saco a Roserade, y lanzo un picotazo venenososo. Dale la vuelta a la carta, mamá, que te he envenenado. Y me tienes que dar otra carta.
–¿Por qué?
–Porque es así. –Esto empieza a sonarme a tongo– Ahora saco a Infernape, con un envite Ígneo.
Envite Ígneo. Tócate los cojones…. Para que luego digan que con la literatura se aprende vocabulario.
–Pues yo te saco a Drapion, que también envenena, así que dale la vuelta tú a tu carta.
–¡Pero qué dices! Si Infernape no se puede envenenar, y además te ha hecho 90 puntos de daño, así que me tienes que dar otras tres cartas.
No me cabe la menor, cuando le dije que no sabía jugar ha visto su oportunidad para darme para el pelo. Dejo de hacer el menor intento por aprender unas normas movedizas que se mueven según su voluntad. Le doy las tres cartas y confío en que me gane con un par de ataques más. Pero se va a enterar con la próxima partida de Scrabble.
–Vale, mamá, ahora te voy a sacar a Skuntank. Este mola mazo, tiene 110 de vida, ¡110! Y está en primera evolución. Anda, dame tu carta de energía.
Que digo yo, con esta facilidad por los idiomas por qué no le dará más al inglés.
–Mamá, mamáaaa que me des tu carta de energía.
–Toma.
–Por cierto, mamá, ¿vas a evolucionar?
¿A evolucionar? No sé si es porque no puedo evitar darle el sentido tradicional, tan contrario a la evolución. Pero ya es demasiado para mí.
–Pablo, tocada y hundida.
Espero haberle contestado.
Jajajajajaja.
Que escena tan conocida.
Pero tú le das la vuelta y sacas gracia, historia y lo que haga falta de debajo de las piedras.
Me encanta.
Claro, Juan, tú me entiendes. Al que no haya oído nunca hablar del universo pokémon le sonará a chino incluso más que a mí. Y lo que es más importante ¿vas a evolucionar? 😉
A mí esto me ha pillado un poco mayor, me temo. Yo me quedé en el Rol, y de eso hace ya mucho tiempo… debo haber evolucionado… eso o tengo una carta de energía debajo. Si quieres darle una sorpresa otro día, lee atentamente las reglas en ¿Cómo se juega a las cartas Pokemon?. Lo de atentamente no es una manera de hablar. Yo lo he leído dos veces y todavía no sé cómo se juega…
¡Muy bueno! Me he reido un montón leyéndolo.
Jajaja! Yo ni lo he intentado! Mi hijo ha pasado por todas las fases pokemon, y no he conseguido aprenderme más de un par de nombres. Me falta el chip.
Ahora está en la fase manga-naruto. Eso lo entiendo mejor, será por mi querencia a los comics.
Pero tu partida ha estado genial! ¡Menudo morro tiene tu nano!
Para mi los Pokemos aún son como alienígenas, así que comprendo perfectamente la cara de chicle que se te quedó con la evolución. No sé porqué esa palabra me recuerda a cuando los gremlis se volvían unos bichos desesperantes.
Paciencia y aprende rápido, cuando consigas ganar a Pablo, se acabó el sufrimiento. Ahora, compréndelo, eres una víctima muy apetecible como oponente.
Genial, Pat. Muy apropiado para el Año Darwin, jejeje.
No te preocupes, ya crecerá y madurará, y evolucionará. Y entonces querrá aprender a jugar al mus.
Preocúpate entonces, que le tendréis que buscar alguien que le enseñe en condiciones… 😀
Gracias Ángel, a veces reir un rato está bien.
Karmen, los pokemon han sido muy criticados, que si la violencia, que si no sé qué rollos religiosos…. tonterías. Eso sí: han conseguido abrir una brecha intergeneracional infranqueable…
Sr K, yo desisto….
Malhena, con esto me he resignado a seguir como víctima. Ya vendrán tiempos mejores, y entonces la venganza será terrible…
Danny, sin comentarios… aunque, hablando de venganzas, ¿quién ha dicho que haya que enseñarle en condiciones? ¿Para qué? ¿Para que me gane? Ni de coña, ya irá a la universidad a aprender….