Pero la vida solos la aprendemos
y placer y dolor se ofrecen siempre
tal mundo virgen para cada hombre;
así mi pena inculta es nueva ahora.
Nueva como lo fue al primer hombre
Luis Cernuda
Amando el tiempo
Pero la vida solos la aprendemos
y placer y dolor se ofrecen siempre
tal mundo virgen para cada hombre;
así mi pena inculta es nueva ahora.
Nueva como lo fue al primer hombre
Luis Cernuda
Amando el tiempo
Mira que soy despistada, y mira que pierdo cosas. – qué te voy a decir a ti, que tanto me conoces- Pero nunca tus cariños, ni los lejanos. Estoy hecha con ellos.
A veces, insospechados, se esconden, y bailan en una caja de música.
Y qué sorpresa encontrarte al abrir la tapa.
«(El alma vuelve al cuerpo,
Se dirige a los ojos
Y choca.)- ¡Luz! Me invade
Todo mi ser. !Asombro!
Intacto aún,enorme,
Rodea el tiempo.Ruidos
Irrumpen. !Cómo saltan
sobre los amarillos
Todavía no agudos
de un sol hecho ternura
de rayo alboreado
Para estancia difusa,
Mientras va presentándose
Todas las consistencias
Que al disponerse en cosas
Me limitan, me centran!
¿Hubo un caos?Muy lejos
De su origen, me brinda
Por entre herbor de luz
Frescura en chispas.¡Día!
Una seguridad
Se extiende,cunde, manda.
El esplendor aploma
La insinuada mañana.
Y la mañana pesa,
Vibra sobre mis ojos,
Que volverán a ver
Lo extraordinario: todo.
Todo está concentrado
Por siglos de raíz
Dentro de este minuto,
Eterno y para mí.
Y sobre los instantes
Que pasan de continuo
Voy salvando el presente,
Eternidad en vilo.
Corre la sangre, corre
con fatal avidez.
A ciegas acumulo
Destino: quiero ser.
Ser, nada más. Y basta.
Es la absoluta dicha.
¡Con la esencia en silencio
Tanto se identifica!
¡Al azar de las suertes
Únicas de un tropel
Surgir entre los siglos,
Alzarse con el ser,
Y a la fuerza fundirse
con la sonoridad
Más tenaz: sí,sí,sí,
La palabra del mar!
Todo me comunica,
Vencedor, hecho mundo,
Su brío para ser
De verás real, en triunfo.
Soy, más, estoy. Respiro
Lo profundo es el aire.
La realidad me inventa,
Soy su leyenda.¡Salve!»
Jorge Guillén.
Cántico
Para Diana. Felicidades.
José Hierro
No me siento cerca de la lírica del Barroco, y sin embargo, leyendo muestras propuestas en mi libro, me he sorprendido subrayando versos, o rodeando estrofas enteras:
Luis de Góngora:
Del caminante enfermo que se enamoró donde fue hospedado:
Descaminado, enfermo, peregrino,
en tenebrosa noche, con pie incierto
la confusión pisanto en el desierto,
voces en vano dio, pasos sin tino.
Un caminante descaminado…
Del paso del tiempo, y el Carpe Diem, con un cierto nihilismo, que, aunque no lo quiera para mí, es fácil rendirse a su encanto:
goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,
no sólo en plata o viola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
Más….
Mal te perdonarán a ti las horas:
las horas que limando están los días,
los días que royendo están los años.
Lope de Vega:
Del amor (y otros demonios)
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor: quien lo probó lo sabe.
Quevedo
Más del amor (y sus demonios):
Osar, temer, amar y aborrecerse,
alegre con la gloria atormentarse;
de olvidar los trabajos olvidarse;
entre las llamas arder, sin encenderse;
con soledad entre las gentes verse,
y de la soledad acompañarse;
morir continuamente; no acabarse;
perderse, por hallar con qué perderse;
Me bastan esas muestras para seguir diciendo que no me siento cerca de la lírica del Barroco, no me siento cerca de su estética. Pero sin embargo bastan estas muestras para sentirme cerca de los hombres que las escribieron. Las formas van cambiando a lo largo del tiempo. Pero los sentimientos – fragilidad, desorientación, soledad, amor, pasión, desengaño, deseo, anhelo por vivir, miedo a morir, búsqueda de la felicidad…- no caducan con el tiempo.
Los hombres somos hombres, y más allá de siglos que nos separen, de formas, de circunstancias históricas o sociales, de fronteras, de razas… más allá de las dimensiones temporales o espaciales, nos unen unas emociones universales. Cada uno las vive en sí mismo como únicas e irrepetibles, y así es. Pero al tiempo que únicas, son también las emociones que sintió el primer hombre en la tierra, y las que sentirá el último de ellos. Ellas son presente, pasado y futuro. Cerca y lejos. Individuo y comunidad. Y en cierto modo, a través de ellas, como si de una misma energía se tratara, el hombre lo es también.