Un claro ejemplo de que no es una cuestión de edad. Indignarse desde el sofá de casa o salir a la calle.
Comenzamos a subir por la calle Atocha. El tono es menos festivo que en las convocadas por el 15M. Pocas pancartas ingeniosas, más banderas e himnos republicanos, la lucha obrera, redobles de tambores, tensión. No me extraña. Hasta el ser más pacífico podría llegar a perder la calma ante las noticias que salieron del Congreso ayer por la mañana.
La orquesta Solfónica.
Yo creo, no obstante, que somos mansitos, tenemos las espaldas anchas, y además, creemos que nada se puede hacer sino resignarse y obedecer.
Llegamos a Sol. Decidimos descansar y tomar una caña. Guardo la cámara y doy por cerrada la sesión. Hasta que empieza a verse gente corriendo por la calle. Saco la cámara y salgo.
Los antidisturbios han cortado el acceso a Sol, y han comenzado a cargar. No les gusta que les haga fotos. Cuando corren hacia nosotros nos refugiamos en El Museo del Jamón.
Al otro lado la gente les grita asesinos. Les grita que deberían estar de nuestro lado. Les grita que a quienes hay que parar es a quienes les han dejado a ellos también sin paga extra, a cambio de fondos europeos para la banca.
Pero ellos, ellos se entregan a la obedicencia debida.