Asumiendo riesgos (I): los vengadores del parque

Sé que no resulta muy intelectual, pero no me gusta leer la prensa. Me encabrona. Es uno de esos actos diarios que me hacen ser peor persona, así que procuro evitarlos. Hoy sin embargo he caído en la tentación, por aquello de tener una cierta idea acerca del cambio de ministros, etc… pero tras leer  algún que otro nombramiento he pasado página pues de puro obsceno,  me ha herido la sensibilidad. Claro que no tanto el nombramiento como la aceptación del cargo. Sí, me refiero a Valeriano Gómez.

De ahí he pasado a informarme acerca de la nueva ley antitabaco, y de las declaraciones de los defensores de la salud pública. No se trata sólo de defender los derechos del no fumador, creo que hasta ahí es todo de lo más razonable.  Se trata de la tremenda ingenuidad que se desprende de algunas declaraciones. «Vamos a prohibir fumar también en zonas al aire libre, como en los alrededores de los parques infantiles», dicen los vengadores del parque. Bien, todo sea por la defensa de nuestros retoños. ¿Qué delimitación incluirá esa prohibición? ¿Se refieren al arenero que hay en el interior de las vallas de colores? ¿Se refieren a un kilómetro a la redonda? ¿A dos? Que nuestros niños no vean a ningún papá ni a ninguna mamá fumando en el parque infantil, sólo cuando salgan de ese perímetro, o ya en su propio domicilio.

«Tampoco se podrá fumar en los alrededrores de centros sanitarios. Ningún médico fumando en las puertas de hospitales». Claro, predicar con el ejemplo. Porque supongo que el hecho de que si alguien sabe que fumar es nocivo para la salud va a dejar de hacerlo (como beber alcohol, comer una dieta rica en grasas y proteinas animales y baja en fibra,  ingerir alimentos con tratamientos químicos,  el sedentarismo,  respirar un aire con elevados niveles de contaminación,  el estrés….). Y supongo que la función de un médico no es sólo la de curar lo curable y recomendar hábitos de vida razonable, sino también cumplirlos, convertirse en un paradigma de lo saludable. O al menos aparentarlo. (Tiempo al tiempo, y quizá retiren la licencia para ejercer la medicina a los fumadores, hipertensos, obesos, o sedentarios…).

«Pero oiga, es que si fuma ¡¡¡¡¡se va a morir!!!!!» Bueno, me gustaría que la verdad fuera más dulce. Pero lo cierto, es que si no fumo también. Yo voy a morir, las ingenuas criaturas del parque infantil también, los médicos también, el profesor de aeróbic, y hasta la ministra de sanidad. De modo que les agradecería a los vengadores del parque, que, una vez protegidos los derechos de los no fumadores, me dejaran conservar esa pequeña parcela de libertad individual que consiste en ser irracional y elegir consciente y en pleno uso de mis facultades mentales – aunque pueda no parecerlo- fumar.

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