He estado una semana ausente, pero ha sido por un buen motivo: mis vacaciones. Las he dedicado a pasar tiempo con mi familia. Con nosotros han estado también mis padres, con los que también he pasado buenos momentos (y menos agotadores que con mis hijos, todo hay que decirlo ;-). Claro que, desde que escribo, cada vez que ocurre algo, mi padre me advierte “eso ni se te ocurra escribirlo”. Y yo con esas cosas procuro ser respetuosa.
Pero uno de estos días surgió una conversación en la que salió a relucir una reflexión de mi padre que me gusta mucho. Y como no me ha hecho ninguna censura, he decidido contarla.
Todo comenzó cuando le pregunté a mi padre por sus clases. A lo que mi padre contestó:
Pues el profesor ha comenzado a corregirme unas cuantas cosas, muchas, de modo que le he pedido que parara un momento, y le he preguntado:
– ¿Tú sabes por qué los Diez Mandamientos no se cumplen?
– ¿Por qué?
– Porque diez son demasiados.
¿Cómo no van a ser 10 demasiados si tres ya son multitud?
Sabiduría pura.