Neurosis

Después del ensayo hemos ido a cenar a un bar de la zona. Entramos cargados de instrumentos. Noto que nos miran. Pienso que puede que intenten reconocernos. AL poco tiempo ven que eso no ocurre, no somos nadie, todo el mundo sigue con su noche. Mientras nos traen la cerveza miro lo que pone en las camisetas que llevan varios tíos en mesas alrededor. Carabanchel Resistencia. Open your mind. Neurosis. No acabamos muy tarde.

A la mañana siguiente Manu y yo salimos de viaje a Teruel. Paramos en un área de servicio. Se llama Área 103. La flanquea una hilera de banderas de España. A la entrada hay un altar con la foto de un tipo que debió ser el dueño fundador. Lo recuerdan con cariño. Dice algo así como qué corto el tiempo que disfrutamos contigo y qué largo el que necesitamos para olvidarte. Dentro los camareros llevan todos el mismo uniforme: un polo blanco con una bandera de España. En la barra hay torrijas, torreznos y tortillas de patata. Junto a nosotros un grupo de personas desayuna y una señora le dice al camarero «es que a ver, dime una sola cosa que haya en España que sea mala». Parece que se arrepiente de la afirmación y la matiza: «dime una sola cosa de comer que haya en España que sea mala». El señor que está a su lado responde en lugar del camarero. «Las acelgas. Los puerros. Las verduras en general. Como no las hagas con queso por encima o con algo que las esconda mucho…». Nosotros pedimos un pincho de tortilla. Está horrible.

Vuelvo al coche como si se me hubiera cortado el ambiente de la cena de ayer, como si después de un vaso de leche me hubiera tomado un zumo rojigualda. Mientras pensaba en lo sencillo que me había resultado cambiar de planeta, recordé lo que le había dicho M. a alguien el otro día. Dejando a un lado la supuesta superioridad moral de la izquierda, que también estoy convencido, de lo que desde luego no hay duda es de su superioridad intelectual. Porque, que alguien tenga un sueldo, por mucho que con ese sueldo le dé para pagarse un buen coche o una casa en la playa, y que vote a la derecha que se encarga de menoscabar la sanidad pública que va a ser a la que tenga que acudir para curarse un cáncer, por muy buen sueldo que tenga, es de idiotas.

También me vinieron a la cabeza las palabras que mi abuelo le dijo a mi padre: hijo, un obrero siempre tiene votar a la izquierda. El problema, pienso, es cuando un camarero, o un dentista, o un informático, o un contable deja de saber que es un obrero porque tiene un iphone.

Después mis pensamientos se fueron para otro lugar. Pero antes de olvidar apunté en las notas del móvil: Carabanchel Resistencia.

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