«El mito del eterno retorno viene a decir, per negationem, que una vida que desaparece de una vez para siempre, que no retorna, es como una sombra, carece de peso, está muerta de antemano y, si ha sido horrorosa, bella, elevada, ese horror, esa elevación o esa belleza, nada significan.
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Digamos, por tanto, que la idea del eterno retorno significa cierta perspectiva desde la cual las cosas aparecen de un modo distinto a como las conocemos: aparecen sin la circusntancia atenuante de su fugacidad. Esta circusntancia atenuante es la que nos impide pronunciar condena ninguna. ¿Cómo es posible condenar algo fugaz?(….) Esto demuestra la profunda perversión moral que va a unida a un mundo basado esencialmente en la inexistencia del retorno, porque en ese mundo, todo está perdonado de antemano y, por tanto, todo cínicamente permitido.
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«Si cada uno de los instantes de nuestra vida se va a repetir infinitas veces, estamos clavados a la eternidad como Jesucristo a la cruz. La imagen es terrible. En el mundo del eterno retorno descansa sobre cada gesto el peso de una insoportable responsabilidad. Ése es el motivo por el que Nietzsche llamó a la idea del eterno retorno la carga más pesada. Pero si el eterno retorno es la carga más pesada, entonces nuestras vidas pueden aparecer, sobre ese telón de fondo, en toda su maravillosa levedad.
Pero, ¿es de verdad tan terrible el peso y maravillosa la levedad?
La carga más pesada es a la vez la imagen de la más intensa plenitud de la vida. Cuanto más pesada sea la carga, más a ras de tierra estará nuestra vida, más real y verdadera será.
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La ausencia absoluta de carga hace que el hombre se vuelva más ligero que el aire, vuele hacia lo alto, se distancie de la tierra, y sus movimientos sean tan libres como insignificantes.
¿Qué hemos de elegir? ¿El peso o la levedad?
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Es una incógnita. Sólo una cosa es segura: la contradicción entre peso y levedad es la más misteriosa y equívoca de todas las contradicciones.»
La insoportable levedad del ser.
Milan Kundera
¿Que qué hemos de elegir? Me quedo parada frente a esa pregunta. Porque en realidad creo que es algo que no se elige. Se es. Es es peso o se es levedad. ¿Por qué? Por temperamento, por la experiencia vivida, por la educación recibida, por herencia cultural, por lo que sea, pero se trata de una forma de vivir intrínseca al ser. Y cuando uno se hace esa pregunta ya se es peso o se es levedad. Y la respuesta para los que soportan demasiado peso la respuesta será la levedad. Y para quienes la levedad es insoportable la añoranza será llevar algo de peso.
Quiero pensar que aún esa tendencia hacia el peso o hacia la levedad en cada ser puede ser rectificada para poder llegar a un cierto equilibrio, y que ni peso ni levedad resulten insoportables, aunque a priori parezca sumamente complicado el encontrar un equilibrio, si es que están basados en la existencia o no de un retorno.
En una cosa estoy enteramente de acuerdo con el autor: la contradicción entre peso y levedad es la más misteriosa y equívoca de todas las contradicciones.